El zulo de las ideacas

En un poblado chabolista de gitanos rumanos situado a 18 kilómetros de la Puerta del Sol (Madrid, capital de España) vive Mónica que tiene 4 años. Su padre es sordomudo y su hermana Andrea de 2 años también. Cuando le preguntas dónde está su madre siempre responde "Está pidiendo". Mónica se sabe las onomatopeyas de 14 animales diferentes, sabe contar del 1 al 20 y sabe escribir su nombre y su edad, y cuando le das una hoja para que pinte algo pinta una casa con tejado, dos ventanas, flores y un coche. Obviamente no tiene ninguna de todas esas cosas y es muy probable que no las tenga nunca, porque cuando cumpla 14 años se casará y al año siguiente se quedará embarazada hasta que tenga 7 hijos y solo tenga tiempo para cuidarlos y pedir para darles de comer, aunque ella dice que quiere ser profesora.
Ha aprendido a entenderse con su hermana por gestos y es curioso, porque a veces no sé qué se están diciendo.
Cada sábado por la mañana me la encuentro en la manguera que abastece de agua a un poblado de 400 personas, lavándose la cara o chapoteando en el charco que siempre se forma.
El otro día me acerqué a ella y le dije que fueramos a jugar a una explanada donde había un pozo, pero ella me dijo que no, que el pozo es peligroso y que su hermana se cayó una vez.
Yo no sabía muy bien para qué era el pozo ni si había algo dentro, luego me explicaron que es donde caga una gran parte de los habitantes de este fantástico criadero de ratas.

Todo esto que digo puede sonar melodramático, pero es la puta realidad. Ningún niño del mundo debería vivir en estas condiciones, y mucho peor si se trata de niños que viven en un país que presume de ser ampliamente desarrollado.

Solo os quería hacer saber lo que se cuece a 18 kilómetros de mierda del centro de Madrid. Suerte.